Luiri los saluda, una persona se distingue de los millones de seres humanos por sus rasgos físicos, así como también por su personalidad y forma de ser. En la actualidad hemos dado bastante importancia a la parte superficial lo cual no es malo en realidad, pero esto ha traído consigo que muchos hayan descuidando su belleza interior, la que verdaderamente vale la pena y merece ser enriquecida.
Quiero comenzar por lo que es verdaderamente importante, nuestro interior. Nuestra forma de amar y sobretodo nuestra forma de ver e interpretar las cosas, distinguiendo lo bueno de lo malo, nuestra capacidad de valorar los detalles y de querer sinceramente a los demás, tal vez no a todos, pero si a los que nos rodean y son parte de nosotros.
Si una persona no es hermosa en su interior, nunca podrá proyectar nada bello al exterior, si el corazón está marchito los pétalos caerán por ley natural. Si una persona no está llena de riquezas internas por más adornos, joyas y lujos, nunca logrará transmitir positivismo a los demás, solo será una persona frívola y sin gracia.
Podemos entender que,
La persona superficial es aquella persona egoísta, narcisista, sin personalidad, poco o nada auténtica, no sabe afrontar problemas, no logra distinguir la belleza de las cosas pequeñas, vive en un mundo de fantasías y no cuenta con criterios éticos.

A diario vemos como algunas personas se toman atribuciones que no les corresponden, criticando de manera hiriente a otros. Nadie tiene derecho a decirle a una persona que no es “bonita” sin conocerla, si solo se guía por lo que ve a través de una foto. Es necesario recalcar que cada característica física que uno tiene, es perfecta, el ser humano es la maravilla de la evolución, algunos a veces se acomplejan por una nariz, un mentón; sin embargo, todo depende del ángulo que sea apreciado y de lo que consideremos importante, ¿de qué sirve tener la boca más perfecta si de ésta lo único que salen son palabras vacías e insulsas?
No somos nadie para juzgar, si lo haces de la boca para afuera normal, a modo de conversación repentina; sin embargo, cuando ya sientes la crítica desde tu interior y desde tus convicciones, se convierte en algo negativo.
Aprendamos a amarnos, a conocernos nosotros mismos para poder proyectar al mundo exterior lo que somos realmente, nuestra verdadera belleza.

Imaginemos un castillo de naipes, una obra de minuciosidad y detalles; si bien es cierto, se alza magistralmente, pero este nunca podrá adoptar otras formas o embellecerse más y si aún así lo lograra, no posee los cimientos necesarios para soportar una simple corriente de viento, se mantiene en pie por la estabilidad de las demás cartas. Por otro lado imaginemos un imponente castillo, siempre podrá embellecerse, adoptar nuevas formas y soportar adversidades.
Nosotros debemos ser como ese castillo, tener nuestro interior fuerte, un núcleo compacto que nos permita transformar el exterior en bellas formas y soportar los problemas de la vida sin desmoronarnos con una simple corriente de viento. Nos vemos en la siguiente nota.