Parecía que los días venideros serían de mayor estabilidad, que poco a poco los padres de la Patria se darían cuenta de sus errores, por no decir torpezas o brutalidades. Estamos viviendo una de las peores crisis de nuestra historia Republicana; no solo en el aspecto económico, sino que la vida como tal ha cambiado por completo, nuestro accionar cotidiano que se caracterizaba por el hecho de ser sociales ha quedado en el olvido.
En medio de esta crisis lo que uno espera como ciudadano es cierto grado de estabilidad; por el contrario desde el año pasado la riña entre los poderes del estado han ocasionado el desangramiento de nuestro país. Escándalos, leyes inconstitucionales, censuras, medidas absurdas de contención, son algunas de las cosas que se han convertido en el pan de cada día. Hemos llegado al punto en que ya no sorprende cuando un funcionario público comete alguna desfachatez; sino que simplemente una irónica sonrisa y un lánguido suspiro emana de nuestro ya abatido ser.
La llegada de las vacunas al Perú fue una señal de esperanza, que marca un hito en la lucha contra esta terrible pandemia, pero también es cierto que el resultado que hemos tenido en comparación del de otros países de la región, tiene mucho que desear. Sin embargo, es crucial aceptar que la crisis ocasionada por un congreso golpista tenía que tener implicancias en las diferentes gestiones sanitarias y sobretodo en los acuerdos para la adquisición de la vacuna.
Es sorprendente que a pesar de haber causado tanto daño, nuestros queridos políticos se empecinen ahora en saber si el expresidente Vizcarra se puso o no la vacuna, si fue voluntario, si aceptó el regalo del gobierno Chino, etc. Cabe resaltar que en cualquier escenario ,el accionar del expresidente deja mucho que desear; sin embargo, no debe ser la causal para ocasionar más caos, más inestabilidad. Evidentemente se debe investigar, nadie dice lo contrario, pero en este momento existen prioridades y estas son en primera instancia, la vida de todos los peruanos, la recuperación de nuestra economía y la de hacer cada día más posible el retorno a la normalidad, habrá mucho tiempo para hacer justicia y sancionar a aquellos que se lo merecen.
Ayer, la Ministra de Salud Pilar Mazzetti renunció debido al constante hostigamiento por parte del congreso. Ella siendo una pieza fundamental en esta segunda ola que vive nuestro país, no podía ser presionada por un hecho del que ella no tenía conocimiento, menos especular con una posible censura u destitución. Los ministros, en estos últimos tiempos están siendo acosados diariamente. Las mociones de censura son el platillo favorito de este congreso obstruccionista, que en lugar de pensar en el pueblo [en los que votaron por ellos] no dejan de perjudicar al país, ‘legislando” cosas inviables-totalmente absurdas; sin duda alguna sus intenciones son cada vez más visibles.
En solo once meses hemos tenido cinco ministros de Salud, no llama la atención que el manejo y funcionamiento del sistema sanitario sea tan penoso en un momento en el que el COVID-19 ha alcanzado la gigantesca cifra de 1,2 millones de personas contagiadas y 43.255 fallecidos. Cabe resaltar que el Perú no es conocido precisamente por su gran sistema sanitario, por el contrario, son décadas de malversaciones, robos que han impedido el correcto desarrollo-crecimiento del sistema de salud.
Óscar Ugarte juramentó hoy como sucesor de Mazzetti en una breve ceremonia realizada en Palacio de Gobierno, cabe resaltar que el Colegio Médico se ha pronunciado hace solo unas horas calificando de inoportuna la salida de la exministra y negándole la confianza al nuevo titular del ministerio de Salud. Un inicio no tan alentador, pero aún así esperamos una gestión acorde a las necesidades del Perú.